xoves, 29 de outubro de 2020

Samaín no Indalecio

Non hai historias de medo máis terroríficas que as que son de verdade. Vede estas curtametraxes e probablemente estaredes dacordo:

 

 

 

mércores, 28 de outubro de 2020

De insultos e sentenzas


 
Ás veces, as sentenzas xudiciais son, canto menos, sorprendentes. Este é o caso da ditada en 2011 polo xuíz Juan del Olmo, quen non viu delito, senon falta, en ameazar á propia esposa cunha "caixa de pino", e sostindo igualmente que chamala "zorra" non é insulto porque a mesma non sempre proxecta "desprezo ou menosprezo á dignidade da muller" por ter outras acepcións - como a de persoa astuta, segundo recolle a Real Academia Española - e que dita palabra non "menospreza á dignidade da muller" nin é "expresiva dunha posición de dominio ou esixente de submisión". Para máis inri: a avogada da esposa do acusado mostrouse dacordo con este razoamento.
 
Non imos entrar en valoracións. Pensamos que é máis que evidente que a sentenza é unha aberración, unha ultraxe contra o Dereito e a Xustiza. E non se sabe que é peor: se o contido da sentenza do xuíz ou a aceptación da mesma da avogada.
 
Pois ben, hai quen prefire combater as violacións do dereito das mulleres coa ironía e o bo humor. Aquí vos deixamos "La carta de una zorra" que circulou - e circula -  polas redes sociais. Non ten desperdizo.
 
Estimado juez del Olmo:
Espero que al recibo de la presente esté usted bien de salud y con las neuronas en perfecto estado de alerta como es habitual en Su Señoría.
El motivo de esta misiva no es otro que el de solicitarle amparo judicial ante una injusticia cometida en la persona de mi tía abuela Felicitas y que me tiene un tanto preocupada. Paso a exponerle los hechos:
Esta mañana mi tía abuela Felicitas y servidora nos hemos cruzado en el garaje con un sujeto bastante cafre que goza de una merecida impopularidad entre la comunidad de vecinos. Animada por la última sentencia de su cosecha, que le ha hecho comprender la utilidad de la palabra como vehículo para limar asperezas, y echando mano a la riqueza semántica de nuestra querida lengua española, mi querida tía abuela, mujer locuaz donde las haya, le ha saludado con un jovial "que te den, cabrito".
Se ha puesto como un energúmeno, oiga. De poco me ha servido explicarle que la buena de mi tía abuela lo decía en el sentido de alabar sus grandes dotes como trepador de riscos, y que en estas épocas de recortes a espuertas, desear a alguien que le den algo es la expresión de deseo de buena voluntad.
El sujeto, entre espumarajos, nos ha soltado unos cuantos vocablos, que no sé si eran insultos o piropos porque no ha especificado a cuál de sus múltiples acepciones se refería, y ha enfilado hacia la comisaría más cercana haciendo oídos sordos a mis razonamientos, que no son otros que los suyos de usted, y a los de mi tía abuela, que le despedía señalando hacia arriba con el dedo corazón de su mano derecha con la evidente intención de saber hacia dónde soplaba el viento.
Como tengo la esperanza de que la denuncia que sin duda está intentando colocar esa hiena - en el sentido de que es un hombre de sonrisa fácil - llegue en algún momento a sus manos, le ruego, por favor, que intente mediar en este asunto explicándole al asno - expresado con la intención de destacar que es hombre tozudo, a la par que trabajador - de mi vecino lo de que las palabras no siempre significan lo que significan, y le muestre de primera mano esa magnífica sentencia suya en la que determina que llamar zorra a una mujer es asumible siempre y cuando se diga en su acepción de mujer astuta.
Sé que es usted un cerdo - dicho con el ánimo de remarcar que todo en Su Señoría son recursos aprovechables - y que, como tal, pondrá todo lo que esté de su mano para que mi vecino y otros carroñeros como él - dicho en el sentido de que son personas que se comen los filetes una vez muerta la vaca - entren por el aro y comprendan que basta un poco de buena voluntad, como la de mi tía abuela Felicitas, para transformar las agrias discusiones a gritos en educados intercambios de descripciones, tal y como usted determina en su sentencia, convirtiendo así el mundo en un lugar mucho más agradable.
Sin más, y agradeciéndole de antemano su atención, se despide atentamente una víbora (evidentemente, en el sentido ponerme a sus pies), enviándole mis más respetuosos saludos a las zorras de su esposa y madre.